MANUAL ÉTICO HACKING (1 DE 20)
LA ÉTICA HACKER DEL TRABAJO
PARTE 1
MANUAL PARA PRINCIPIANTES DE ÉTICA HACKING INTRODUCTORIO A HACKER
ÉTICA HACKING PARA SER UN HACKER BUENO Y NO UN CRACKER; APRENDER ES PODER
En el centro de nuestra era tecnológica se hallan unas personas que se autodenominan hackers. Definidas asi mismo como personas apasionadas de lo que hacen y creen. Su principal metodología es compartir la información y crear software libre. Entre ellos existen diferencias que tenemos que tener claras antes que nada, ellos no todos son buenos!, si? no, existen hackers como existen policias que son corruptos o politicos o, en general cualquier persona haga lo que haga puede ir en contra de su profesión. No quiero decir que la profesión del hacker sea honesta pero si que sus principios, en cierta manera miran el bien mayoritario de las personas. Un hacker es una persona entusiasta de cualquier tipo que puede dedicarse o no a la informática. Son actitudes que toma la persona ante un hecho u objetivo en las que se puede denominar como hacker.
La ética hacker es una moral que desafia cualquier ética conocida hasta el momento, en cierta manera viene a ser pasión, esfuerzo, creación, conocimiento, transparecia, libre acceso, valor social por todo aquello que envuelve su dedicación profesional o cualquiera que sea.
los hackers programan porque para ellos los desafíos de la programación tienen un interés intrinseco. Los problemas relacionados con la programación despiertan una curiosidad genuina en el hacker y suscitan su deseo de continuar aprendiendo. <<Me embargaba una sensación de total entusiasmo... Trabajaba constantemente días enteros hasta terminar, y era estimulante. Había momentos en que no quería parar>>. Son muchos como este los testimonios iguales o parecidos de muchos programadores. La actividad del hacker es también gozosa. A menudo se enraíza en exploraciones lúdicas. Esta relación apasionada con el trabajo no es una actitud que se encuentre sólo entre los hackers informáticos. Basta con mirar al mundo académico para encontrar un predecesor más antiguo. La actitud de la apasionada investigación intelectual recibió una expresión similar hace casi dos milenios y medio cuando Platón, el fundador de la primera academia, dijo de la filosofía que, <<como la luz que desprende el fuego cuando se enciende, nace en el alma y, en lo sucesivo, procura su alimento>>. También se encuentra la misma actitud en cualquier otro ambito, entre los artistas, los artesanos y los <<profesionales de la información>>, desde los directores e ingenieros hasta quienes trabajan en los medios de comunicación, o en el mundo editorial y del diseño. No es sólo <<jargon file>>, el fichero oficial del argot hacker, el que hace hincapié en esta idea general.
Si se les considera a este nivel, los hackers informáticos constituyen un ejemplo excelente de una ética del trabajo más general, a la que podemos dar el nombre de la ética hacker del trabajo, afianzada día a día, en la sociedad red, en la cual el papel de los profesionales de la información se halla en expansión. Pero, aunque nos sirvamos de una etiqueta acuñada para los hackers informáticos a fin de expresar esta actitud, lo cierto es que podemos hablar sobre ella sin hacer ni siquiera referencia a los informáticos. De hecho, abordamos un reto social de índole general que pone en tela de juicio la ética protestante del trabajo que desde hace tanto tiempo viene rigiendo nuestras vidas y aún ejerce una poderosa influencia sobre todos nosotros. El celebre ensayo de Max Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-1905). Weber empieza describiendo de qué modo la noción de trabajo como deber se halla en el centro del espíritu capitalista surgido en el siglo XVII. <<Esta peculiar idea, tan familiar para nosotros hoy en día, pero en realidad tan poco natural, del deber en una profesión, es lo que más característico resulta en la ética social de la cultura capitalista y, en cierto sentido, constituye su fundamento. Se trata de una obligación que el individuo se supone debe sentir y siente hacia el contenido de su actividad profesional, con independencia de en qué consista, en particular sin que importe si parece una utilización de sus facultades personales o sólo de sus posesiones materiales (como capital)>>. Weber continúa diciendo: <<No sólo es un sentido de la responsabilidad absolutamente indispensable, sino en general también una actitud que, al menos durante los horarios laborles, escapa de los cálculos continuos sobre cómo ganar el salario habitual con un máximo de confort y un mínimo de esfuerzo. El trabajo debe, al contrario, realizarse como si fuera un fin absoluto en sí mismo, una vocación.
A continuación demuestra Weber cómo la otra fuerza principal descrita en su ensayo, la ética del trabajo enseñada por los protestantes y surgida también en el siglo XVI, llevó más lejos tales metas.
El predicador protestante Richard Baxter expresó la ética del trabajo en su forma pura. Fiel al espíritu capitalista, Baxter aconseja a los empresarios que reafirmen en los trabajadores esta idea de hacer su trabajo lo mejor posible, convirtiéndola en un asunto de conciencia. Baxter resume esta actitud refiriéndose al trabajo como una <<vocación>>, lo cual expresa muy bien las tres actitudes centrales de la ética protestante del trabajo debe ser considerado un fin en sí mismo, en el trabajo uno debe realizar su parte lo mejor posible y el trabajo debe ser considerado como un deber, que se lleva a cabo porque ha de ser realizado. A diferencia de la ética hacker del trabajo, cuyo precedente se halla en la academia, para Weber el de la ética protestante se halla en el monasterio. La regla monástica de San Benito exigía a todos los monjes que consideraran un deber el trabajo asignado, y a los hermanos haraganes les alertaba de que <<la inactividad es la enemiga del alma>>.
La regla monástica de San Benito explicaba incluso que la naturaleza del trabajo no importaba, porque el principal y superior propósito de la tarea no era en realidad hacer algo, sino dar una lección de humildad al alma del trabajador al hacerle cumplir lo que se le decía, un principio que parece seguir vigente en buen número de empresas. Fue sólo con la Reforma protestante cuando el pensamiento monástico se diseminó por el mundo rebasando los muros del monasterio. Weber sin embargo, hace luego hincapié en que, si bien el espíritu del capitalismo encontró en la ética protestante su justificación esencialmente religiosa, pronto llegaría a emanciparse de la religión y empezaría a actuar conforme a sus propias leyes.
Cuando decimos de alguién que ama a otra persona platónicamente, no queremos decir con ello que sea un platónico, en el sentido de un adepto seguidor de la filosofía y metafísica de Platón. Podemos atribuir una relación platónica a cualquiera, con independencia de la filosofía, religión o cultura que pueda suscribir. Del mismo modo, podemos hablar de la <<ética protestante>> de alguien haciendo caso omiso de cuál sea su fe o cultura. Así, un japonés, un ateo o un católico devoto.
Elevar el trabajo a la condición de lo más importante en la vida es otro de los síntomas de la ética protestante, hasta el extremo de poder convertirse en una adicción al trabajo que conduzca a la completa desatención de los seres queridos.
Es fácil dejarse llevar por la fantasía de que los avances tecnológicos harán que nuestras vidas estén automáticamente menos centradas en el trabajo, pero si examinamos los hechos empíricos del ascenso de la sociedad red hasta la fecha y los proyectamos hacia el futuro, tendremos que convenir con Castells en la naturaleza del patrón aún dominante: <<El trabajo es, y será en un futuro previsible, el núcleo de la vida de la gente>>(22). La sociedad red no pone en tela de juicio la ética protestante. Campando a sus anchas, ese mismo espíritu centrado en el trabajo sigue dominando sin problemas. En este contexto más amplio, la naturaleza radical del hackerismo consiste en su propuesta de un espírito alternativo para la sociedad red, un espíritu que finalmente cuestiona a la ética protestante. Y sólo en este sentido cabe afirmar que todos los hackers son realmente crakers: porque intentan romper el cerrojo de la jaula de acero.
los hackers programan porque para ellos los desafíos de la programación tienen un interés intrinseco. Los problemas relacionados con la programación despiertan una curiosidad genuina en el hacker y suscitan su deseo de continuar aprendiendo. <<Me embargaba una sensación de total entusiasmo... Trabajaba constantemente días enteros hasta terminar, y era estimulante. Había momentos en que no quería parar>>. Son muchos como este los testimonios iguales o parecidos de muchos programadores. La actividad del hacker es también gozosa. A menudo se enraíza en exploraciones lúdicas. Esta relación apasionada con el trabajo no es una actitud que se encuentre sólo entre los hackers informáticos. Basta con mirar al mundo académico para encontrar un predecesor más antiguo. La actitud de la apasionada investigación intelectual recibió una expresión similar hace casi dos milenios y medio cuando Platón, el fundador de la primera academia, dijo de la filosofía que, <<como la luz que desprende el fuego cuando se enciende, nace en el alma y, en lo sucesivo, procura su alimento>>. También se encuentra la misma actitud en cualquier otro ambito, entre los artistas, los artesanos y los <<profesionales de la información>>, desde los directores e ingenieros hasta quienes trabajan en los medios de comunicación, o en el mundo editorial y del diseño. No es sólo <<jargon file>>, el fichero oficial del argot hacker, el que hace hincapié en esta idea general.
Si se les considera a este nivel, los hackers informáticos constituyen un ejemplo excelente de una ética del trabajo más general, a la que podemos dar el nombre de la ética hacker del trabajo, afianzada día a día, en la sociedad red, en la cual el papel de los profesionales de la información se halla en expansión. Pero, aunque nos sirvamos de una etiqueta acuñada para los hackers informáticos a fin de expresar esta actitud, lo cierto es que podemos hablar sobre ella sin hacer ni siquiera referencia a los informáticos. De hecho, abordamos un reto social de índole general que pone en tela de juicio la ética protestante del trabajo que desde hace tanto tiempo viene rigiendo nuestras vidas y aún ejerce una poderosa influencia sobre todos nosotros. El celebre ensayo de Max Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-1905). Weber empieza describiendo de qué modo la noción de trabajo como deber se halla en el centro del espíritu capitalista surgido en el siglo XVII. <<Esta peculiar idea, tan familiar para nosotros hoy en día, pero en realidad tan poco natural, del deber en una profesión, es lo que más característico resulta en la ética social de la cultura capitalista y, en cierto sentido, constituye su fundamento. Se trata de una obligación que el individuo se supone debe sentir y siente hacia el contenido de su actividad profesional, con independencia de en qué consista, en particular sin que importe si parece una utilización de sus facultades personales o sólo de sus posesiones materiales (como capital)>>. Weber continúa diciendo: <<No sólo es un sentido de la responsabilidad absolutamente indispensable, sino en general también una actitud que, al menos durante los horarios laborles, escapa de los cálculos continuos sobre cómo ganar el salario habitual con un máximo de confort y un mínimo de esfuerzo. El trabajo debe, al contrario, realizarse como si fuera un fin absoluto en sí mismo, una vocación.
A continuación demuestra Weber cómo la otra fuerza principal descrita en su ensayo, la ética del trabajo enseñada por los protestantes y surgida también en el siglo XVI, llevó más lejos tales metas.
El predicador protestante Richard Baxter expresó la ética del trabajo en su forma pura. Fiel al espíritu capitalista, Baxter aconseja a los empresarios que reafirmen en los trabajadores esta idea de hacer su trabajo lo mejor posible, convirtiéndola en un asunto de conciencia. Baxter resume esta actitud refiriéndose al trabajo como una <<vocación>>, lo cual expresa muy bien las tres actitudes centrales de la ética protestante del trabajo debe ser considerado un fin en sí mismo, en el trabajo uno debe realizar su parte lo mejor posible y el trabajo debe ser considerado como un deber, que se lleva a cabo porque ha de ser realizado. A diferencia de la ética hacker del trabajo, cuyo precedente se halla en la academia, para Weber el de la ética protestante se halla en el monasterio. La regla monástica de San Benito exigía a todos los monjes que consideraran un deber el trabajo asignado, y a los hermanos haraganes les alertaba de que <<la inactividad es la enemiga del alma>>.
La regla monástica de San Benito explicaba incluso que la naturaleza del trabajo no importaba, porque el principal y superior propósito de la tarea no era en realidad hacer algo, sino dar una lección de humildad al alma del trabajador al hacerle cumplir lo que se le decía, un principio que parece seguir vigente en buen número de empresas. Fue sólo con la Reforma protestante cuando el pensamiento monástico se diseminó por el mundo rebasando los muros del monasterio. Weber sin embargo, hace luego hincapié en que, si bien el espíritu del capitalismo encontró en la ética protestante su justificación esencialmente religiosa, pronto llegaría a emanciparse de la religión y empezaría a actuar conforme a sus propias leyes.
Cuando decimos de alguién que ama a otra persona platónicamente, no queremos decir con ello que sea un platónico, en el sentido de un adepto seguidor de la filosofía y metafísica de Platón. Podemos atribuir una relación platónica a cualquiera, con independencia de la filosofía, religión o cultura que pueda suscribir. Del mismo modo, podemos hablar de la <<ética protestante>> de alguien haciendo caso omiso de cuál sea su fe o cultura. Así, un japonés, un ateo o un católico devoto.
Elevar el trabajo a la condición de lo más importante en la vida es otro de los síntomas de la ética protestante, hasta el extremo de poder convertirse en una adicción al trabajo que conduzca a la completa desatención de los seres queridos.
Es fácil dejarse llevar por la fantasía de que los avances tecnológicos harán que nuestras vidas estén automáticamente menos centradas en el trabajo, pero si examinamos los hechos empíricos del ascenso de la sociedad red hasta la fecha y los proyectamos hacia el futuro, tendremos que convenir con Castells en la naturaleza del patrón aún dominante: <<El trabajo es, y será en un futuro previsible, el núcleo de la vida de la gente>>(22). La sociedad red no pone en tela de juicio la ética protestante. Campando a sus anchas, ese mismo espíritu centrado en el trabajo sigue dominando sin problemas. En este contexto más amplio, la naturaleza radical del hackerismo consiste en su propuesta de un espírito alternativo para la sociedad red, un espíritu que finalmente cuestiona a la ética protestante. Y sólo en este sentido cabe afirmar que todos los hackers son realmente crakers: porque intentan romper el cerrojo de la jaula de acero.
Bibliografias o enlaces
http://biblioweb.sindominio.net/telematica/hacker-como.html
https://lasindias.com/indianopedia/etica-hacker
https://goo.gl/eCxyGE
No hay comentarios:
Publicar un comentario